La imagen corporal y los cánones de belleza han sido temas recurrentes en casi todas las sociedades a lo largo de la historia. Sin embargo, en la comunidad LGBTIQ+, parece haber una presión adicional que se ejerce para conformarse a un ideal de belleza específico. Muchas veces, lo que se presenta como "el cuerpo perfecto" no es solamente una cuestión de estética o salud, sino un símbolo de aceptación y pertenencia a ciertos grupos dentro de la misma comunidad. Pero, ¿alguna vez te has preguntado si realmente estás buscando ese cuerpo perfecto por ti, o porque sientes que es la única forma de pertenecer?
Es inevitable notar que, dentro de la comunidad LGBTIQ+, existen ciertos cuerpos que parecen celebrarse más que otros. Si alguna vez has navegado por redes sociales o asistido a eventos LGBTIQ+, seguramente has notado que hay un tipo de cuerpo que se muestra como el más deseable: cuerpos musculosos, definidos, sin grasa aparente. Estos cuerpos parecen ser los que reciben más likes, más atención y más validación dentro de ciertos grupos, como si la aceptación y el valor social dependieran directamente de cuán cerca estamos de ese ideal de cuerpo.
Este fenómeno no es exclusivo de la comunidad LGBTIQ+, pero adquiere una dimensión más compleja debido a las experiencias históricas de marginación y discriminación que muchas personas LGBTIQ+ han enfrentado. A menudo, nosotrxs buscamos validación y aceptación de los demás porque, durante mucho tiempo, se nos ha dicho que somos diferentes, que no encajamos en la "norma". En respuesta, puede surgir un deseo de sobrecompensar esa diferencia, no solo en términos de identidad, sino también en cómo nos presentamos físicamente. Queremos mostrar que no solo somos capaces de encajar, sino de destacar.
Y bueno, si nos ponemos a pensar, ¿realmente existe el cuerpo perfecto? Esta pregunta ya resulta bastante cliché, y si bien la respuesta más racional y lógica sería un rotundo "no", la idea del cuerpo perfecto sigue rondando en la mente de muchxs de nosotrxs. De forma racional entendemos que el "cuerpo perfecto" no existe, pero emocionalmente aún existe un deseo profundo por "tenerlo".
La verdad es que el cuerpo perfecto no es más que una construcción social, influenciada por la cultura, la moda y las normas sociales del momento. Lo que hoy se considera bello y deseable puede cambiar en unos años, o incluso ya es diferente en otras partes del mundo.
En décadas anteriores, el cuerpo "delgado" y "frágil" era el ideal, mientras que hoy el cuerpo musculoso y definido parece haber tomado su lugar. En diversas culturas de la antigüedad, a las mujeres con cuerpos gordos se les consideraba mucho más bellas que a las mujeres con cuerpos delgados. Y hoy sabemos que lamentablemente eso no es así. Sin embargo - y sabiendo que en realidad el "cuerpo perfecto" son meras ideas sociales que van transformándose a lo largo de la historia -, sigue habiendo una presión por cumplir con un ideal externo que muchas veces no tiene en cuenta la salud ni el bienestar de la persona. Entonces, si el cuerpo perfecto cambia constantemente, ¿por qué nos seguimos esforzando por alcanzarlo?
Lo paradójico es que, aunque muchas personas LGBTIQ+ critiquen la hegemonía de estos ideales corporales, muchxs también siguen atrapadxs en la carrera por alcanzarlos. Quizás criticamos abiertamente estos estándares de belleza, pero en privado nos encontramos pensando en cómo podemos cumplir con ellos. Esta contradicción tiene raíces profundas. La lucha por la aceptación en una sociedad que históricamente ha marginado a las personas LGBTIQ+ ha llevado a que muchxs intenten alcanzar este ideal como una forma de demostrar su valor, como si obtener ese cuerpo les garantizara pertenencia y amor.
Aquí surge una de las trampas más peligrosas: la idea de que si logramos tener ese cuerpo perfecto, finalmente seremos aceptadxs. Pero esto no es cierto. La búsqueda del cuerpo perfecto no es una búsqueda por mejorar físicamente; es, en muchos casos, una búsqueda desesperada de aceptación. En el fondo, muchas veces lo que estamos buscando no es un cambio físico, sino un cambio en cómo nos perciben lxs demás.
Cuando nos embarcamos en la búsqueda del cuerpo perfecto, muchas veces lo hacemos con la creencia de que, al cambiar externamente, finalmente seremos aceptadxs y amados. Esto puede sonar razonable en un principio: si me veo de cierta manera, recibiré más atención, más afecto, más validación. Pero este enfoque es problemático. La aceptación genuina, tanto de unx mismx como de lxs demás, no puede basarse en algo tan superficial como el aspecto físico.
El cambio que buscamos, ese anhelo de ser aceptadxs por quienes somos, no puede lograrse transformando nuestra apariencia externa. El verdadero cambio, el que nos traerá una sensación de satisfacción y bienestar, es el que viene de adentro hacia afuera. No importa cuán cerca estemos de alcanzar el ideal de belleza del momento, si seguimos creyendo que solo siendo perfectxs seremos aceptadxs, nunca estaremos conformes con nuestro cuerpo. Siempre habrá algo que mejorar, algo que "corregir".
Cambiar de adentro hacia afuera significa aceptar que nuestro valor no reside en cómo nos vemos, sino en quiénes somos. A medida que integramos esta creencia, podemos empezar a relacionarnos de manera más sana con nuestros cuerpos. En lugar de verlos como proyectos que deben ser mejorados constantemente, podemos comenzar a valorarlos por todo lo que hacen por nosotrxs, por su fuerza, su capacidad de sostenernos y acompañarnos en cada momento de nuestras vidas.
Esto no quiere decir que no podamos querer mejorar nuestra salud o nuestra apariencia. Pero la diferencia radica en el motivo detrás de esos deseos. Si estamos buscando cambiar nuestro cuerpo desde un lugar de amor propio y cuidado, los resultados serán muy diferentes a si lo hacemos desde un lugar de rechazo y autoexigencia.
Más allá de cómo se vea tu cuerpo, piensa en todo lo que hace por ti. Nos enfocamos tanto en lo que queremos cambiar, que olvidamos que nuestros cuerpos son los que nos permiten movernos, respirar, sentir placer, y experimentar la vida. Empieza cada día agradeciendo a tu cuerpo por todo lo que te ofrece, en lugar de enfocarte en lo que crees que debería cambiar. Esta práctica de gratitud te ayudará a cambiar la relación que tienes con tu cuerpo, desde una de rechazo a una de aprecio y amor.
La búsqueda del cuerpo perfecto no es más que un reflejo de nuestra necesidad de pertenecer y de ser aceptadxs. Pero la verdadera aceptación comienza dentro de nosotrxs mismxs. Cuando dejamos de buscar validación externa y comenzamos a aceptarnos tal como somos, nos liberamos de la presión de cumplir con estándares de belleza inalcanzables. Al final del día, no se trata de alcanzar un estándar físico impuesto por la sociedad, sino de aprender a valorarnos y respetarnos, sin importar cómo nos veamos por fuera. Porque el verdadero cambio, el que transforma nuestras vidas, es y siempre será interno ❤️.
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