Un tema muy recurrente que personas LGBTIQ+ suelen preguntarme es cómo poder despojarse de la culpa que la religión les inculcó. Y este tema es MUY común debido a que, sobre todo en Latinoamérica, la influencia de la religión es sumamente potente, por lo que muchxs crecieron en familias y colegios bastante religiosos.
No es ninguna sorpresa que la religión trae consigo varias normas. Una cosa es la fe, y otra cosa es la institucionalidad. "Ser homosexual es un pecado", o "ser homosexual no es pecado, pero llevar a cabo tus deseos sí lo es", son algunas de las frases con las que prácticamente todxs crecimos, y que calaron profundamente sobre todo en aquellas personas LGBTIQ+ que crecieron siendo parte de ritos, familias y colegios religiosos.
Eso conlleva a que muchxs de ellxs hoy, ya adultxs, vivan con una culpa tremenda respecto de sus propias identidades.
Lo complejo de todo esto no es cuestionar a la Institución. Porque probablemente, si estás leyendo esto, ya lo hayas hecho bastantes veces. Lo complejo de esto es dejar de sentir esa culpa: una cosa es lo que pensamos, y otra cosa es lo que sentimos.
Me explico: probablemente tu sepas que ser LGBTIQ+ no es un pecado, pero no lo sientas. Tu cabeza entiende perfectamente que ser LGBTIQ+ es algo completamente normal, que Dios ama a todxs por igual y que todxs merecemos amor, pero es tu cuerpo quien no logra integrar ese razonamiento.
Esto es lo que se llama la internalización de los prejuicios. Que en simples palabras, es ir internalizando en nuestro inconsciente todos los sesgos que aprendimos sobre nosotrxs mismxs o sobre la etiqueta a la que pertenecemos. Estos sesgos fueron internalizados, porque en esos momentos de la infancia y/o adolescencia fue tan complejo para nuestro sistema nervioso que procesara esas palabras, que fueron inmediatamente enviadas al inconsciente para mantener el equilibrio psicológico estable.
Frente a situaciones, experiencias, palabras o discursos que nos duelen, al ser niñxs, no tenemos la capacidad psicológica suficiente para poder hacerles frente. Por lo que nuestro sabio cerebro, lo que hace, es que detiene su procesamiento y decide enviarlo a un lugar menos accesible. Es decir, ocupa un mecanismo de defensa llamado represión, quien se encarga de alojar en nuestro inconsciente aquellas experiencias que podrían alterar nuestro equilibrio psicológico.
Pero, a pesar de ser enviados a nuestro inconsciente y "no recordarlos", quedan alojados en nosotrxs. Están ahí, en alguna parte muy profunda a la cual no tenemos acceso, pero que comandan y determinan nuestra valía personal y nuestros sentimientos.
"No sé por qué me cuesta tanto quitarme esta culpa religiosa que tengo de mí mismo". Es por esto. Porque no tiene que ver con un "saber", tiene que ver con un "sentir". El "sentir" es corporal, es emoción, es la experiencia misma. Es repetir una y otra vez esos sentimientos a pesar de ya no estar viviendo aquello que los generó. No tiene que ver con un "recordar cognitivo" (porque probablemente SÍ recuerdas las palabras de tu padre cuando dijo "estos maric-nes asquerosos" cuando estaba viendo la TV y apareció algún personaje televisivo abiertamente homosexual), sino que tiene que ver con un "recordar emocional". La emoción fue tan perturbadora en ese momento, que se reprime y se bloquea.
Desde ahí es la sanación. Desde el desbloqueo de la emoción. La sanación de la culpa religiosa surge desde el mirarse, de atreverse a entrar en el dolor, de atreverse a mirar aquellos momentos en los que, siendo pequeñx, escuché que ser quien soy es un pecado. Que ser quien soy está mal.
Solo así podremos aceptarnos tal y como somos.
Entonces, ¿puedo identificarme como LGBTIQ+ y además ser religioso?¿Puedo integrar la religión a mi vidas siendo una persona LGBTIQ+? Sí, claro que puedes. ¿Eso significará, entonces, que debo aprender a vivir con esta culpa? No. De hecho, el objetivo es que puedas vivir tanto tu religión como tu orientación sexual o identidad de género de la forma más libre posible. Ambas etiquetas SÍ son posibles de integrar, y que nadie te diga lo contrario.
Que las normas anticuadas no te impidan ser quién eres ❤️
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