Hablar de nuestra orientación sexual nunca ha sido un tema simple. Desde pequeñxs, muchxs aprendemos a esconder una parte esencial de quiénes somos. No porque queramos, sino porque el mundo nos enseña a callar. Nos repiten, de manera directa o indirecta, que nuestro amor debe quedarse en la sombra, que es algo de lo que no se habla. Crecemos escuchando comentarios en la televisión, en la escuela y en nuestras casas que nos hacen creer que ser visiblemente LGBTIQ+ es "provocar" o "llamar la atención".
Pero, ¿acaso alguien cuestiona a una mujer cuando menciona a su esposo en una conversación? ¿O alguien cuestiona a un hombre que sube fotos a sus redes sociales con su novia? Nadie considerará eso como un "tema privado". Nadie les dice que deberían guardarse esa información para sí mismxs.
Hablar de tu pareja o de a quién amas no es algo extraordinario. Es parte de tu día a día, de tu vida. Sin embargo, cuando una persona LGBTIQ+ menciona a su pareja o comparte su identidad, las cosas cambian. Surgen miradas incómodas, preguntas fuera de lugar y comentarios que buscan reducir tu derecho a la visibilidad. De repente, lo que es cotidiano para otrxs se convierte en "innecesario" o "personal" para nosotrxs.
Entonces, vale la pena preguntarnos: ¿Es realmente un tema privado hablar de la orientación sexual? O mejor dicho, ¿por qué solo se convierte en un tema "delicado" cuando hablamos de amor LGBTIQ+?
Muchas veces, confundimos intimidad con identidad. La intimidad es un espacio privado y personal que todxs tenemos derecho a resguardar. Tiene que ver con nuestros secretos, nuestras inseguridades, nuestras experiencias más íntimas, como lo que sucede entre 4 paredes o, como alguien alguna vez me preguntó sin ningún tipo de contexto ni dándole ningún tipo de confianza “¿oye pero tú eres activo o pasivo?”.
La identidad, en cambio, es pública. La identidad no tiene que ver con lo que haces en tu habitación, sino con quién eres, cómo te presentas al mundo y cómo vives tu vida. Ser gay, lesbiana, bisexual, trans o cualquier otra identidad del espectro LGBTIQ+ no es un secreto ni un acto privado: es parte de tu identidad.
¿Por qué, entonces, se nos ha hecho creer que ser LGBTIQ+ debe ser algo privado? Porque por décadas (y aún hoy) la sociedad ha normalizado que nuestro amor y nuestras vidas deben quedarse en la sombra. Nos enseñaron que el clóset era el único lugar válido para existir, y que mostrar nuestro amor en público era algo “provocador”, “exagerado” o “poco necesario”.
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"No tengo ningún problema con que se amen, pero no lo anden mostrando en público".
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"Todo bien con que sean gays, ¿pero por qué tienen que andar dándose besos en frente de niños?"
Mientras tanto, las parejas heterosexuales caminan de la mano, comparten fotos en redes sociales, se dan besos en público, anuncian su compromiso y celebran aniversarios sin que nadie cuestione si están hablando de su “vida privada”. No necesitan justificarse ni preocuparse por cómo serán percibidxs al visibilizar su amor, porque su identidad y sus relaciones se consideran la “norma”. Este privilegio de existir sin cuestionamientos es algo que las personas LGBTIQ+ hemos sido sistemáticamente privadas de disfrutar. Nos acostumbramos a pensar que hablar de a quién amamos es algo fuera de lugar, cuando en realidad, el amor y la identidad no deberían esconderse ni ser motivos de vergüenza. Mostrar nuestro amor es un acto de justicia hacia nosotrxs mismxs y hacia nuestra dignidad como personas.
Cuando la sociedad dice: “Esto es privado”
La razón por la que muchxs de nosotrxs creemos que hablar de nuestra orientación sexual es un “tema privado” es porque hemos aprendido a ocultarlo. Nos han enseñado que mostrar amor en público es un privilegio de las parejas heterosexuales y que, si queremos evitar conflictos, burlas o juicios, mejor quedarnos calladxs.
Lo veo en mis sesiones. Hace poco, un paciente me dijo:
Psicólogx: “¿Cuál es el problema de que la gente hable de que eres gay?”
Paciente: “Me genera estrés, preocupación, es un tema tan privado y personal que la gente no debería meterse. Yo no ando viendo en qué posición los otros tienen sexo”.
Este comentario refleja una confusión común: pensar que la orientación sexual es lo mismo que la intimidad sexual. Pero la orientación sexual va mucho más allá de lo que sucede en la cama; no se trata de un acto puntual, sino de un vínculo emocional y afectivo que define con quién te proyectas y a quién eliges amar. Decir que eres gay, lesbiana o bisexual no está hablando de algo íntimo o privado, sino de una parte fundamental de tu identidad: tus emociones, tus sueños compartidos, y la forma en que eliges construir tu vida afectiva y relacional. Enamorarse de alguien, construir una relación y querer compartir tu amor con el mundo no es algo que deba quedar reducido a un "secreto". La orientación sexual es también un acto de reconocimiento público: de quién eres y a quién decides amar abiertamente, con orgullo y sin miedo.
Identidad pública: Por qué la pareja no debe ser un secreto
Cuando un hombre menciona que su esposa lo acompañó al doctor, no está revelando su intimidad. Está hablando de su vida cotidiana, de su identidad como persona casada. Cuando alguien dice que tiene novio, esposa o pareja, está haciendo lo mismo: haciendo visible una parte importante de quién es.
Ser visible como persona LGBTIQ+ no es un capricho ni una necesidad de atención. Es un acto de dignidad y un ejercicio de derechos. Decir “mi pareja”, llevar a tu novia a una reunión familiar, o subir una foto de vacaciones no es hacer tu vida pública: es vivirla con normalidad, como cualquier otrx.
Por lo tanto, debemos entender que nuestra pareja no es privada. La pareja es PÚBLICA. La pareja y de quién nos enamoramos es una parte fundamental de nuestra identidad y para las personas heterosexuales es completamente normal hablar de eso.
Piensa en la cantidad de veces que la heterosexualidad se hace pública cada día:
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Un hombre que menciona a su esposa en el trabajo.
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Una pareja que se toma de la mano en la calle.
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Las fotos del matrimonio en redes sociales.
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Las películas y series que muestran relaciones heterosexuales con total normalidad.
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Solteros que piden que les presenten a alguien para salir.
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Estar en la playa y decir "¡uy qué guapo/a está él/ella!"
La heterosexualidad está en todas partes porque se ha considerado la “norma”. Entonces, ¿por qué nosotrxs no podemos hacer lo mismo?
Hablar de tu identidad no es un acto de exhibicionismo ni de provocación. Es un acto de libertad y de respeto hacia ti mismx. Ocultar quiénes somos o a quién amamos no nos protege: nos encierra. Nos hace pequeñxs y refuerza la idea de que nuestro amor no merece ser visto.
Salir del clóset no solo es una decisión personal; también es un acto político. Es desafiar a una sociedad que nos quiere silenciadxs y recordarle que existimos, que amamos y que merecemos vivir nuestras vidas con orgullo y sin miedo.
Hablar de tu orientación sexual no es hablar de un secreto ni de algo vergonzoso. No es hablar de tu intimidad, sino de tu identidad. El amor no es algo que se esconde: se celebra, se vive y se comparte.
Tu identidad es un tema público porque tu identidad forma parte del mundo, de tu historia y de tu derecho a existir plenamente.
Dejemos de pensar que nuestro amor es algo que debe ocultarse. Nos merecemos ser visibles y libres.
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