
El 14 de febrero se celebra el amor en todas sus formas, pero… ¿las relaciones de pareja LGBTIQ+ realmente funcionan igual que las heterosexuales? ¿existen diferencias entre parejas de la Comunidad y parejas hetero?
Desde afuera, muchxs podrían pensar que "amor es amor" y que, por lo tanto, las parejas heterosexuales se relacionan de la misma manera y tienen los mismos desafíos que las parejas LGBTIQ+. Sin embargo, si miramos más de cerca, hay diferencias que hacen que las relaciones LGBTIQ+ tengan sus propios desafíos y matices.
Para empezar, no se puede ignorar el contexto en el que crecemos. Las parejas heterosexuales cuentan con siglos de historias, modelos de relación y hasta guías culturales sobre cómo deben desarrollarse sus vínculos. En cambio, muchas personas LGBTIQ+ crecimos sin referentes cercanos o con el mensaje de que su amor no es válido. Esto genera heridas profundas que, con el tiempo, moldean nuestra forma de relacionarnos con otrxs. Muchas veces, estas heridas se manifiestan en patrones de apego inseguros, miedo a la vulnerabilidad y dificultad para confiar en el otrx. En ocasiones, nos lleva a establecer relaciones basadas en la validación externa o en dinámicas de poder desiguales, donde buscamos compensar el rechazo o la falta de aceptación que hemos experimentado en el pasado. También puede hacer que desarrollemos mecanismos de defensa que nos impidan conectar de manera genuina, como la autosuficiencia extrema o la evitación del compromiso. Estas experiencias no solo afectan la manera en que nos relacionamos románticamente, sino también la forma en que percibimos el amor y el valor que creemos merecer.
El apego y las experiencias tempranas juegan un rol clave en las relaciones. Muchas personas LGBTIQ+ enfrentan desafíos como el bullying homofóbico, el rechazo familiar y la sensación de no encajar. ¿Cómo afecta esto a la vida en pareja? En muchxs casos, genera inseguridades, miedo al abandono o dificultades para construir vínculos estables. Las relaciones pueden convertirse en espacios donde estas heridas se activan, y si no se trabajan, pueden convertirse en barreras para la intimidad y la estabilidad emocional. Algunas personas, por ejemplo, pueden desarrollar miedo a la dependencia, lo que lleva a sabotear relaciones que podrían haber sido saludables. Otrxs pueden entrar en vínculos donde la validación externa se vuelve un eje central, dificultando el desarrollo de una relación basada en el respeto mutuo y la estabilidad emocional.
A esto se suma la homofobia internalizada. Aunque nos aceptemos y vivamos nuestra identidad con orgullo, a veces queda una voz interna que nos dice que nuestro amor no es suficiente o que debemos encajar en ciertos estándares. Esto puede reflejarse en dinámicas de pareja complejas, como la sobrecompensación, la dependencia emocional o incluso el autosabotaje. ¿Cuántas veces escuchamos historias de parejas LGBTIQ+ que sienten que su relación es “demasiado intensa” o que tienen miedo de comprometerse porque “en el mundo gay nadie quiere algo serio”? Muchas de estas creencias no nacen de la nada, sino de los mensajes que la sociedad nos ha entregado durante años. Estas ideas pueden llevar a ciclos de relaciones fugaces donde el miedo al compromiso es una constante, lo que impacta en la estabilidad emocional de las personas involucradas. Además, la falta de educación emocional dentro de la comunidad puede hacer que muchas personas se enfrenten a estas dificultades sin herramientas adecuadas para manejarlas.
El entorno también juega un papel importante. Mientras que una pareja heterosexual puede pasear de la mano sin pensarlo dos veces, muchxs LGBTIQ+ aún enfrentan miradas, comentarios o incluso agresiones en espacios públicos. La sensación de estar expuestxs o de que el amor debe vivirse en privado sigue presente en muchas relaciones. Esto puede generar estrés en la pareja, la necesidad de esconderse o conflictos sobre qué tan visibles quieren ser. También puede hacer que algunas relaciones se vuelvan más frágiles o que ciertas parejas adopten estrategias para protegerse de la hostilidad del entorno, como restringir sus muestras de afecto en público o evitar ciertos espacios donde puedan sentirse en peligro. Este tipo de experiencias pueden influir en la forma en que las parejas LGBTIQ+ navegan sus relaciones, y en muchos casos, pueden generar ansiedad y un desgaste emocional considerable.
Entonces, ¿las relaciones LGBTIQ+ son distintas a las heterosexuales? Sí y no. En el fondo, todxs buscamos amor, conexión y estabilidad. Pero el contexto en el que nos desarrollamos hace que las parejas LGBTIQ+ enfrenten desafíos adicionales. Es por eso que muchos terapeutas de pareja que atienden a parejas LGBTIQ+ y que no se han formado en diversidad sexual fallan en sus intervenciones, porque se olvidan de algo muy importante: el entorno. El estrés crónico de pertenecer a una minoría y cómo eso impacta a nivel individual y de pareja. Se olvidan de -o más probablemente: no saben que existe- la homofobia internalizada de cada individuo de la relación.
Porque sí, el amor es amor… pero también es historia, heridas y, sobre todo, un proceso de crecimiento compartido. La clave está en generar espacios seguros de amor y aceptación, donde podamos sanar juntxs y construir relaciones que nos hagan sentir plenxs y respetadxs. Esto implica no solo cuestionar los modelos que nos han impuesto, sino también darnos permiso para crear nuestras propias formas de amar y vincularnos desde el respeto y la autenticidad. Feliz Día del Amor (en todas sus formas) <3.
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