Este es tu mayor MOTOR para poder salir del clóset o para poder sentirte más libre como alguien LGBTIQ+
Si pienso en mi proceso de salir del clóset, me doy cuenta de que lo viví muchas veces sin saberlo. La primera fue cuando me di cuenta de lo que sentía, mucho antes de que pudiera decirlo. La segunda fue cuando me atreví a contármelo a mí mismo. La tercera, cuando se lo dije a alguien por primera vez. Y después vinieron muchas más, cada vez que tuve que decidir mostrarme como realmente soy frente a personas nuevas, espacios nuevos o circunstancias que me ponían a prueba.
Durante años pensé que salir del clóset era un momento. Una gran escena, intensa, llena de miedo y emoción. Algo así como un salto al vacío. Me imaginaba que, después de eso, todo iba a cambiar: que finalmente iba a sentirme libre, que iba a poder respirar sin miedo, que iba a dejar de mirar hacia los lados antes de hablar de lo que sentía. Y claro, hubo alivio, pero también hubo cansancio, dudas, y esa sensación extraña de que había hecho “lo correcto”, pero que todavía faltaba algo.
Con el tiempo entendí que salir del clóset no era el final del camino. Era solo el comienzo.
Y también entendí algo que me cambió la manera de trabajar con personas que buscan salir del clóset pero que simplemente no pueden. Pude darme cuenta que hay personas que no logran salir del clóset, no porque no tengan coraje, sino porque no saben para qué quieren hacerlo.
Y cuando no hay un “para qué”, el miedo se vuelve más grande. El rechazo pesa más. La duda se amplifica. Porque no hay algo que te sostenga más allá de ese instante incómodo.
Yo lo viví así.
Recuerdo que, en mi primera salida del clóset, tenía una mezcla rara de emoción y terror. Era como si estuviera caminando sobre una cuerda floja y cada palabra que salía de mi boca pudiera hacer que el mundo se derrumbara o se abriera de golpe. Y aunque la reacción del otro fue buena (la primera persona que supo fue mi mejor amiga de ese momento), algo dentro de mí siguió tenso, con la sensación de que todavía no podía respirar del todo.
Con los años entendí que esa tensión no se iba porque yo seguía viviendo mi vida en función del miedo. Mi foco estaba puesto en lo que podía perder, no en lo que podía ganar. Estaba tan concentrado en el “qué van a decir” que me olvidaba del “qué quiero construir”.
Y ahí descubrí algo que se transformó en mi mayor motor: el “para qué”.
Pero antes de contarte lo que eso significa, te lo contaré desde una metáfora: ¿qué pasa cuando viajas en avión?
Si lo analizamos, es una experiencia que, por sí sola, no tiene nada de disfrutable. Hay que hacer filas, pasar por controles, soportar esperas, turbulencias, el asiento incómodo, las piernas apretadas. Pero igual lo haces. ¿Por qué?
Pasas por toooodo ese sufrimiento porque estás conectado con lo que hay del otro lado: el destino, el viaje, las personas que te esperan, los momentos que vas a vivir, las experiencias que están por venir.
Salir del clóset es igual.
No lo hacemos por amor al proceso, lo hacemos por amor al destino. Por la libertad que nos espera, por la vida que queremos construir, por la paz que sentimos cuando dejamos de escondernos.
El momento de salir del clóset es el avión. Es la turbulencia. ¿Pero para qué salimos del clóset? Porque buscamos lo que se viene después del clóset: la libertad, la paz, el poder ser quien soy abiertamente, poder mostrar de quién estoy enamorado, etc.
Claro, hay que pasar por toda esa turbulencia primera: lo vulnerable que es salir del clóset, las lágrimas, el nerviosismo, el miedo.
Pero cuando uno tiene claro ese destino, cuando puede visualizarlo y sentirlo, todo se vuelve más soportable. La incomodidad duele menos, las reacciones ajenas no pesan tanto y el miedo deja de ser una pared para convertirse en una puerta. Porque dejas de mirar la salida del clóset como "dar información", sino que empiezas a darle un sentido para tu propia vida.
Yo me di cuenta de esto cuando dejé de preguntarme “cómo” y empecé a preguntarme para qué.
Mi “para qué” era simple: quería vivir en coherencia. Quería dejar de mentir. Quería poder mirarme al espejo y sentir que mi reflejo no me debía nada. Quería amar con calma, sin culpa, sin esconderme. Y sobre todo, quería vivir sin la sensación constante de estar interpretando un papel.
Cuando logré conectarme con ese para qué, todo se acomodó de otra forma. Ya no me importaba tanto si alguien no lo entendía. Porque mi foco dejó de ser convencer y pasó a ser existir. Ya no necesitaba aprobación, necesitaba libertad.
Y ojo, eso no significa que el miedo desaparezca. No desaparece. Lo que cambia es la forma en que lo enfrentas. Porque cuando sabes para qué estás haciendo algo, el miedo deja de tener tanto poder.
Por eso, cuando acompaño a personas en sus procesos de salida del clóset o de búsqueda de libertad, siempre les pregunto lo mismo: “¿Para qué quieres hacerlo?”. Y muchas veces me miran confundidos, porque no se lo habían preguntado nunca.
Algunas personas me dicen: “Para ser feliz”. Otras: “Para poder ser yo”. Otras simplemente lloran, y está bien, porque detrás de esas lágrimas hay un deseo enorme de vivir con verdad.
Y es ahí cuando empieza el verdadero trabajo: conectar con una visión más grande que el miedo.
Porque no se trata de negar que salir del clóset da miedo. Claro que da miedo. Pero el miedo no se supera ignorándolo, se supera trascendiéndolo. Y para trascenderlo, necesitas algo que te empuje más fuerte que lo que te detiene.
Y eso solo puede venir de una visión.
A veces, esa visión se siente lejana. A veces parece inalcanzable. Pero está ahí, esperándote. Y es importante alimentarla todos los días, con pequeñas acciones, con recordatorios de por qué estás haciendo esto.
Creo que todas las personas LGBTIQ+ tenemos ese motor dentro. Solo que a veces se apaga por el ruido externo. Por las voces que nos dijeron que no éramos suficientes. Por las experiencias dolorosas que nos enseñaron a escondernos. Por las decepciones que nos hicieron pensar que la vulnerabilidad es un riesgo, no una fortaleza.
Pero lo hermoso es que ese motor de avión se puede reactivar. Y no necesitas un momento épico para hacerlo, solo necesitas volver a conectar con tu visión.
Hoy, mirando hacia atrás, me doy cuenta de que las partes más difíciles de mi proceso fueron las que más me ayudaron a fortalecer ese motor. Cada conversación incómoda, cada rechazo, cada momento en el que me sentí fuera de lugar, todo eso me empujó a preguntarme “¿para qué estoy haciendo esto?”.
Así que si estás en ese proceso de querer salir del clóset o simplemente de querer sentirte más libre, no busques eliminar el miedo. Busca conectar con tu visión. No busques hacerlo perfecto. Busca hacerlo verdadero.
Pero te aseguro que cuando empieces a vivir desde tu “para qué”, el camino se vuelve más liviano, y el miedo, menos fuerte ❤️.
Si sientes que este tema te toca y que quieres profundizar más, te invito a ver mi videoclase gratuita llamada “Los 3 trucos que me ayudaron a sentirme realmente libre y auténtico como una persona LGBTIQ+”.
En ella te comparto, desde mi propia experiencia, las herramientas más poderosas que me ayudaron a dejar de esconder partes de mí y empezar a vivir desde un lugar mucho más auténtico. Vas a entender qué es lo que realmente te impide sentirte libre y cómo empezar a cambiarlo desde adentro.
Puedes acceder a la videoclase haciendo click en este enlace, pero estará disponible solo por tiempo limitado.
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