¿Por qué cuesta tanto encontrar una relación seria en el mundo gay?

"Estoy cansado". Eso es lo que más me dicen mis pacientes o mis seguidores en redes sociales que llevan meses o incluso años buscando una relación. ¿Por qué parece tan difícil encontrar a alguien que realmente quiera construir algo más profundo? ¿Es que todxs están buscando solo sexo? ¿O hay algo más que no estamos viendo?

Para entenderlo, primero tenemos que mirar hacia nuestras historias personales y colectivas. Muchxs de nosotrxs crecimos en ambientes donde ser quienes éramos no era visto como algo natural o deseable. Aprendimos, consciente o inconscientemente, a esconder, proteger o justificar lo que sentíamos. Y cuando llegamos a la adultez, con toda esa historia a cuestas, no es raro que nos cueste confiar, entregarnos o apostar por un vínculo profundo. Hay miedo: miedo a ser rechazadxs, a ser heridxs otra vez, a no ser suficiente. A veces, sin darnos cuenta, terminamos protegiéndonos de ese miedo evitando relaciones serias. Preferimos dinámicas más breves o más superficiales. O bien idealizamos tanto el amor, que cuando una oportunidad real aparece, la saboteamos antes siquiera de que pueda empezar.

También vivimos en una época que nos enseña que todo debe ser inmediato. Pedimos comida, transporte, incluso sexo, a un par de clics de distancia. Las apps de citas han sido una herramienta maravillosa para muchxs de nosotrxs, pero también han reforzado la lógica del consumo rápido: si algo no nos convence de inmediato, deslizamos y buscamos otra opción. El problema es que el amor no funciona como un delivery. Construir una relación profunda requiere tiempo, paciencia y tolerancia a la frustración. Aceptar que la otra persona no será perfecta. Conversar. Ceder a veces. No todxs están dispuestxs a invertir ese tiempo y esa energía en una cultura que nos enseña que todo debería ser fácil y rápido.

Y luego está el miedo a la vulnerabilidad. Mostrar nuestras emociones, nuestras inseguridades, nuestras heridas... implica abrirnos de una manera que puede resultar aterradora. Ser vulnerable es, en esencia, dejar expuestas partes de nosotrxs que quizá aprendimos a esconder para sobrevivir: nuestro miedo al rechazo, nuestras cicatrices de amores pasados, nuestras dudas sobre si merecemos ser amados tal como somos. En un mundo donde aún pesan tanto los mandatos de éxito, belleza, juventud y perfección, ser vulnerable parece un acto casi subversivo. Desde pequeñxs nos enseñaron que mostrarse frágil era sinónimo de debilidad, y que para ser queridxs debíamos destacar, impresionar o complacer. Así que muchxs crecimos creyendo que para ser amables de verdad teníamos que ser impecables. No mostrar tristezas, no mostrar miedos, no mostrar imperfecciones.

Pero lo cierto es que el amor real nace justo en esos espacios donde nos permitimos dejar caer la armadura. Mostrar nuestras partes frágiles —y hacerlo aun sabiendo que podríamos no ser aceptadxs— duele, claro. Por eso a veces preferimos quedarnos en vínculos superficiales, en dinámicas donde el riesgo de ser vistos realmente es mínimo. Relaciones rápidas, cuerpos sin nombre, conversaciones que no ahondan más allá de lo seguro. El problema es que donde no hay vulnerabilidad, tampoco puede florecer la intimidad. Y sin intimidad, no hay amor auténtico. El amor real no se construye mostrando solo nuestras versiones perfectas; se construye cuando nos atrevemos a decir: "esto soy, con todo lo bonito y todo lo complicado". Cuando nos arriesgamos a ser vistos de verdad, con nuestras heridas, nuestras dudas, nuestras luces y sombras. Y cuando, a pesar del miedo, encontramos a alguien que decide quedarse, no porque seamos perfectxs, sino porque somos reales.

La vulnerabilidad no es el obstáculo para el amor: es la puerta de entrada. Y aunque cruzarla puede dar miedo, es también el acto más valiente que podemos hacer para abrirnos a una relación que sea profunda, honesta y verdadera.

Otro punto que muchas veces no vemos es que casi no tuvimos modelos de amor gay sanos y cotidianos mientras crecíamos. Nos mostraron historias de amor heterosexuales en todas partes, pero nuestras historias o eran invisibles o terminaban en tragedia. Esa ausencia deja marcas profundas: nos cuesta creer que el amor verdadero, duradero y sano también puede ser para nosotrxs. A veces cargamos, sin saberlo, la creencia de que nuestras historias de amor están destinadas a ser fugaces o dolorosas. Y esa creencia inconsciente pesa al momento de construir vínculos.

No podemos dejar de hablar tampoco de las expectativas irreales que muchxs desarrollamos al momento de vincularnos. A veces, cuando aparece alguien que podría gustarnos genuinamente, nuestra mente comienza a escanear cada detalle en busca de un "pero": que si no mide tanto como esperábamos, que si no tiene los mismos hobbies, que si no tiene el cuerpo, el estilo, o la historia de vida que imaginábamos. Y claro, no está mal tener gustos o estándares; todxs los tenemos. El problema aparece cuando esa lista se transforma en un filtro tan estricto que nadie logra pasarla. Cuando lo que parece una búsqueda de “lo mejor” es en realidad un escudo para no arriesgarnos a lo real. Muchas veces, estas exigencias no tienen tanto que ver con los otrxs como con nosotrxs mismxs. Con nuestros miedos. Con nuestra dificultad para entregarnos. Con ese pequeño (o gran) temor a que, si llegamos a amar de verdad, podríamos perder el control, la autonomía, o incluso el corazón. Entonces la exigencia extrema se vuelve una manera sofisticada de no permitir que nadie entre demasiado.

En el fondo, lo que suele haber ahí es una forma de auto-sabotaje disfrazada de “criterio”. Si nadie es lo suficientemente perfectx, no nos enamoramos. Y si no nos enamoramos, no nos exponemos. Y si no nos exponemos, no nos hieren. Pero también, tristemente, no nos dejamos amar.

A esto se suma el miedo al compromiso, que en nuestra comunidad a veces se expresa de formas muy particulares. Después de haber peleado tanto por la libertad de ser quienes somos —tras años o décadas de ocultamiento, represión, o miedo al juicio—, es comprensible que una parte de nosotrxs sienta que entrar en una relación podría implicar renunciar a esa libertad recién conquistada. Por eso no es raro escuchar frases como “yo no me ato a nadie” o “no estoy para dar explicaciones”. Hay una defensa de la independencia que, si bien puede ser legítima, a veces también es una forma de evitar el nivel de entrega y responsabilidad que una relación amorosa implica.

Pero el compromiso no debería ser una cárcel. No es perder libertad, sino elegir compartirla. Es decidir estar con alguien no desde la obligación, sino desde el deseo mutuo de construir algo juntxs. Una relación sana no exige que dejes de ser tú, sino que encuentres a alguien con quien puedas ser tú sin miedo. Y eso no tiene nada que ver con atarse, y todo que ver con co-crear.Comprometerse no es renunciar a ti mismx. Es invitar a alguien a caminar a tu lado, sin dejar de caminar en tu propia dirección.

Con todo este panorama, es fácil entender por qué encontrar una relación seria en el mundo gay puede ser un desafío. Pero eso no significa que sea imposible. Muchxs están buscando amor real, solo que también están cargando sus propias heridas, sus propios miedos, sus propias dudas. La buena noticia es que construir una relación profunda no depende únicamente de encontrar a la persona correcta. Depende primero de nosotrxs: de sanar nuestras heridas, de aprender a tolerar la vulnerabilidad, de cultivar paciencia, y de confiar en que somos dignxs de amor verdadero. Depende de permitirnos construir algo real, aunque duela a veces, aunque no sea perfecto, aunque nos asuste.

Buscar amor en el mundo gay puede traer desafíos únicos, pero también puede ser uno de los caminos más hermosos que recorramos. No necesitamos ser perfectxs. No necesitamos cumplir expectativas ajenas. Solo necesitamos ser nosotrxs mismxs, con nuestra historia, con nuestra luz y nuestras sombras, con nuestra inmensa capacidad de amar. Y aunque el camino pueda ser largo a veces, créeme: vale cada paso.

Conéctate a nuestra Comunidad y sigue recibiendo contenido de valor!

Únete a mi lista de suscriptores para que puedas recibir avisos de cuando publique nueva información sobre mi blog, contenidos, talleres y cursos!

No te preocupes, tu información está segura conmigo :)

No soporto el SPAM! Así que no te preocupes que no estaré llenándote de mails, solo te enviaré mails que sé que te podrán servir y ayudar :)